Esta semana hicimos una experiencia en clase para extraer los pigmentos de las hojas y comprobar que tienen colores escondidos, además de los que se ven a simple vista.
Para extraerlos pusimos trozos pequeños de hojas de tres árboles diferentes en un mortero, echamos un poco de alcohol y trituramos. Dejamos el líquido macerando durante unas horas en tres recipientes tapados para evitar que se evaporase el alcohol y recortamos tres tiras gruesas de papel absorbente que introdujimos en ellos. Al paso de unas horas observamos que el líquido va subiendo por el papel y van apareciendo diferentes colores: verdes, marrones, amarillos, rojos, morados...
La explicación es la siguiente: las hojas de las plantas contienen varios pigmentos que les ayudan a captar la energía del sol. De estos pigmentos, el más importante y abundante es la clorofila, de color verde, que permite a las plantas realizar la fotosíntesis.. Pero las hojas contienen también otros llamados carotenoides, de colores amarillos y anaranjados que normalmente quedan ocultos por los pigmentos de color verde que son más numerosos.
En otoño, algunos árboles dejan de producir clorofila ya que hay menos luz y agua; así se reduce poco a poco el color verde de las hojas y van apareciendo los otros colores que antes estaban ocultos tras el verde intenso.
Los colores rojizos de los que se tiñen algunas hojas en otoño son debidos a unos pigmentos llamados antocianinas y son debidos al efecto del sol sobre la glucosa que queda atrapada en las hojas de algunas especies de plantas al cesar la fotosíntesis.